“[…] ¡De esa pluma, cogida con las yemas de sus cinco dedos, han brotado y corren por el mundo cinco ríos de elocuencia y poesía!
Les hablaré de su inmortalidad:
¡No hay escritor que no muera; pero el tiempo eterniza lo escrito por sus manos!
¡Así, pues, no dejes de escribir a tu pluma más que aquello de que puedas enorgullecerte el día de la Resurrección!
¡Si abres el tintero, utilízalo solo para trazar renglones que beneficien a toda criatura generosa!
¡Pero si no debes de usarlo para hacer donaciones, procura, al menos, producir belleza! ¡Y serás así uno de aquellos a quienes se cuenta entre los escritores más grandes!”
Anónimo, Las mil y una noches
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